Dogbane Beetle

domingo, 22 de mayo de 2016

Jonás



A estas alturas, no necesito a nadie que me complemente en la vida, quiero algo que me la cambie. Tengo un sueño recurrente, viene a mí por lo menos tres veces al mes, me acuerdo mucho de Jonás, mi compañero de secundaria y el primero que me la mamó. Viene también a mi mente el papá de Jonás, el que le decía a su primogénito que no fuera “jotito”, como su tío Juan el que le enseñó a Jonás al final de una peda familiar cuando todos estaban hasta la chingada, lo que era una mamada de verdad. Supongo que eso le cambió la vida a Jonás, como después él me la cambió a mí. Porque de morrito todo es bien confuso y no sabes qué sí y qué no, sólo sientes todo a lo pendejo, y yo siempre quería besar a los niños y Jonás también, por eso nos besábamos tanto en los vestidores a la hora de deportes, porque ninguno quería patear un pinche balón junto a otros once imbéciles, cuando podíamos tocarnos todo lo que nos dijeron nuestras mamás que nadie nos debía tocar.


Me gustaba el sentido transgresor de Jonás y sus dos pelos en el pecho, junto con la masita blanca que se le juntaba a la orilla de las aletas de la nariz, también el sabor de su boca a fritos con salsa y el bigotillo ralo en las comisuras de su boca. Me gustaba cuando Jonás me hacía lo que su tío pervertido le hacía a él y nos divertíamos escapándonos de la escuela para subir a los cerros que rodean Monterrey, y entre la vegetación que te picaba las nalgas, él y yo nos encuerábamos.

Cuando entramos a la prepa Jonás y yo ya casi ni nos hablamos, yo hasta tuve una morra, nomás por no dejar, claro que al final todo fue muy obvio: eso no era lo mío. En tercer semestre Jonás se murió asfixiado con un cinturón, todos dijeron que él se mató, pero también me dijeron que en el panteón el papá de Jonás se agarró a putazos al tío Juan. Qué cosas, pero como decía, siempre me llega entre sueños la imagen de Jonás entre los árboles del cerro de la silla, desabrochándose la camisa blanca percudida de la escuela, dejando a la vista su pechito huesudo y aperlado, lleno de mordidas, con dos pelos, para después desabrocharse el pantalón guindo, y ahí me despierto, con una erección, solo, muy solo, llorando y pensando en la inmensa desesperanza que me da el 99% de la humanidad.

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