martes, 8 de julio de 2014
Carne de res
No te muevas, porque todo tiene que ser justo así, estando quietos y en silencio porque el silencio también es una medida de tiempo. Lo que sea que hagas, hazlo, pero no me dejes de mirar, no en este momento, no voltees para atrás, porque todo tiene que ser justo así, como nos está sucediendo. Ya te expliqué mil veces que todo lo que me importa lo odio, porque el odio es mi reacción primara y primitiva para proteger mi mente de todo lo que le duele y es precisa la afirmación de que todo lo que amas puede y va a hacerte daño, no intencionalmente, no a costa de nada, son cosas que como la noche y el día, sólo pasan. No des un paso en falso, no me sueltes las manos, cualquier cosa externa a los dos olvídala, porque esto tiene que ser justo así. A nuestra edad las cosas ya no son tan simples como irse o quedarse, tienen que ver más que nada con no permitir que nos alejemos, porque la vida es tan volátil que sin darnos cuenta un día estamos abrazados y al siguiente ya hay un océano, tres años y un millón de recuerdos como distancia entre los cuerpos y el alma. Mientras sigas siendo el bozal que evita que carcoma mi piel y todo a mi alrededor yo puedo seguir siendo un ser humano, con pies y manos, sintiendo todo lo que leí en la adolescencia y mis ojos no pudieron darle crédito porque al fin de cuentas hay cosas que no puedes sentir hasta que las sientes como cuando vas a la carnicería, sucumbiendo ante lo más alto de la curiosidad y compras tres kilos de carne y la paseas por tu cara y hueles la muerte y llenas la bañera con ella y la apelmazas con tus pies y ya no entiendes qué es más real, si la sangre que corre por tus venas o la sangre de res en tu piel.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario