Dogbane Beetle

lunes, 11 de enero de 2016

Ellos no te quieren como yo te quiero


(Imagen: Nicole Ruggiero)

Ellos no te miran como yo te veo, ni te sienten como yo te siento, no te quieren como yo te quiero y jamás podrán notar el brillo suspicaz de tus ojos cuando descubres algo nuevo. La emoción y la dualidad del bien y el mal que habitan en tu mente desde tiempos inmemoriales, la desesperación con la que desenredas los auriculares, y la parsimonia con la que eliges una canción. Ellos no te entienden, no te quieren comprender, tu simple existencia les resulta demasiado atípica, muy diferente, un desperdicio de tiempo, no ven lo extraordinaria que es hasta la cualidad más común y corriente en tu ser. Los hombros buscando un descanso, tus ojos maravillados, el dolor que reflejas de vez en cuando, la duda y la certeza, el frío y el punzante odio que eres capaz de desprender. Emanas contradicciones, olores y varios sabores. A ellos no les importa descubrir tus gestos y bailar sobre las brasas ardientes que conforman tu corazón. Déjalos, no permitas que usen el milagro de tu existencia para sus intereses personales, tan banales, tan mundanos que me asquea ver como te miran, como si fueras sólo una persona más, como si no tuvieras adentro un templo sagrado, como si el sol no saliera de tu boca por las mañanas.  Ellos no te miran como yo te veo, no pueden apreciar la tempestad de tus pestañas llenas de lágrimas, no saben cómo interpretar las comisuras de tu boca curveadas. Y los odio, los detesto por eso, me enfurece saberlos tan sumergidos en estúpida humanidad para notar cómo te reinventas y sales y sobrevives cada mañana.

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