Dogbane Beetle

lunes, 4 de enero de 2016

Si no duele no sirve




Fuiste el sabor amargo después del eme,
la pregabalina atorada en la garganta,
fuiste la tempestad del cambio,
la fuerza del llanto,
la calma después del ácido.

Fuiste, el negro de mi ropa,
el negro de mi mente,
mis estados tristes en Facebook,
fuiste calles mojadas y Marzos fríos.

Fuiste la sonrisa de buenos días
y el gesto hastiado de las seis de la tarde,
fuiste la conversación fortuita,
y las ganas de no volver a verte.

Fuiste la ansiedad de esperar un whatsapp,
y el calor reconfortante que le seguía a tu mensaje:
una carita sonriente con un corazón.

Fuiste la insatisfacción de una cogida a medias,
un beso mal acomodado,
dos minutos entre las piernas,
diez embestidas
tres cigarros postcoitales.

Fuiste tu aliento en mi oreja,
las maneras de pararte y de cruzar las piernas,
fuiste, el lunar que tienes en la nalga izquierda,
las avenidas que recorría mi lengua hasta tu garganta.

Fuiste un disparo a quemarropa,
una herida infecciosa,
una enfermedad menor:
no te mata, pero cómo chinga.

Fuiste la primera vez que me dijiste no te vayas,
el mal sueño de los dos revolviéndonos en la cama,
fuiste un dolor de huevos,
fuiste un enero eterno.

Fuiste una época que ya se terminó,
un momento que no duró,
el chicle pegado a mis zapatos.

Fuiste, la incomodidad de devolverte la mirada,
la caricia superficial,
una mentira disfrazada de verdad,
fuiste un último mensaje de whatsapp:
Estuvo chido conocerte.

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