Dogbane Beetle

lunes, 1 de septiembre de 2014

Mauricio y Mariana


No tiene nada de raro que un hombre y una mujer se quieran así, ni que se les vaya el tiempo en chinga a partir del momento en que los dos quedan sin ropa frente al otro. Y es que no hay nada prohibido en dos personas que se acarician así, que arrugan la cara durante veinte minutos y se jalan los labios mientras se arañan la espalda y se entierran los dientes entre los hundimientos de sus clavículas. Esto es el siglo XXI, y parece bastante razonable que Mariana y Mauricio no puedan salir de la habitación.

Mauricio quiere cogerse tan fuerte a Mariana hasta que Mariana quede tan deshonrada e inservible para otro hombre. Mientras que Mariana quiere que Mauricio mancille su cuerpo con cada dedo hasta que comprenda que nadie más podría entregársele así y no le surjan jamás las ganas de irse de donde Mariana ya no lo pudiera alcanzar.

Por su parte los papás de Mauricio quieren que Mauricio termine su ingeniería y encuentre una mujer que le dé preciosos niños con hoyuelos en las mejillas. Y los papás de Mariana no anhelan nada más que verla vestida de blanco caminando al altar.

Mauricio cree que el matrimonio es una institución retrógada y Mariana también. Mauricio sólo quiere seguirse cogiendo a Mariana mientras el mundo sigue o se acaba allá afuera sin siquiera notarlo.

Y Mariana también.

Pero Mauricio y Mariana son hermanos, se llevan a penas dos años de diferencia, Mauricio cumplió 21 en abril y Mariana cumple los 19 hasta octubre.

Basta una fiesta familiar en el salón de la casa de la abuela, mientras todos los tíos beben, comen y hacen chistes y los primos pequeños revolotean por toda la habitación gritando y haciendo enojar a las tías, para que Mauricio y Mariana se miren desde extremos opuestos de la sala con un anhelo que al menor descuido podría prenderle fuego al lugar y quemar aproximadamente a cuatro generaciones de la misma familia terminando así con la estirpe.

Es que para Mariana y Mauricio basta con rozarse los dedos al pasarse la sal a la hora de la cena, para que Mariana se muerda los labios y Mauricio tenga que ocultar una erección debajo de la mesa, mientras sus papás discuten los pagos de las colegiaturas y los sucesos del día.

Mauricio y Mariana saben que no hay sociedad existente que no vaya a condenar una relación de esa índole. Pero Mariana ve a Mauricio como un hombre y no como un hermano y Mauricio ve a Mariana como mujer y no como una hermana.

Mauricio y Mariana sólo se sienten personas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me encantó. Empezando porque desde que inicias ya está intenso, y todo se siente más cabrón cuando das a conocer que los personajes son hermanos. Te juro que me encanta lo que escribes. Todo. Y éste estuvo muy chido!

Anónimo dijo...

Me encantó. Empezando porque desde que inicias ya está intenso, y todo se siente más cabrón cuando das a conocer que los personajes son hermanos. Te juro que me encanta lo que escribes. Todo. Y éste estuvo muy chido!