Puedes verla como brilla, pareciera que el sol sale y se oculta entre sus pupilas. Irradia la energía de diez bombas nucleares, camina como si cualquier tropiezo lo hubiera premeditado, como sí se anticipara a sus errores. En las fiestas no para de bailar. No es bonita o simétricamente agradable, en cada centímetro le puedes ver los excesos. Pero es tolerable su manera de hablar y te gusta sentir que no quisiera escuchar nada más que lo que dices en ese momento y cuando parece que considera tu argumento crucial para el equilibro planetario, y da calidez y no puedes percibir algún tipo de frialdad en su abrazo, sus besos o cuando dice te amo.
Pero pasan los días, y comienzas a ver la obtusidad de sus opiniones, el juego que juega de ser y no ser, de no llegar a los extremos, de quedarse siempre en medio. Las actitudes que se percibieron adorables comienzan a ser insoportables. Ves como se convierte en un foco parpadeante y ya no hay suficiente luz capaz de iluminarte. Y corren los meses hasta que el foco de funde. Siempre que un foco se funde hay que cambiarlo. No hay de otra ¿para qué quiere alguien un foco apagado?
Te das cuenta de sus errores, de que no toma desiciones por seguridad, sí no por el simple azar que le brinda no esperar nada. Está programada para fracasar, salirse por las tangentes y esconder la cara. Qué pusilánime, cuánta debilidad a una edad que debería proveerla de fortaleza. Probablemente te sientas parte de una estafa, como una cadena de oro que te vendieron a un precio razonable, para luego descubrir que se trata de aluminio y pintura dorada. Menuda decepción, hubieras preferido nada. Y se convierte en un chicle que se te pega en el zapato y te retiene en su lugar, a su pieza, en su modalidad.
Y descubres que no es amable por ser buena persona, sólo para anticipar los comportamientos de los demás, y las convicciones que parecen estar fundadas en algo más profundo sólo son etapas que se le atraviesan como al año se le atraviesa el otoño o la primavera. No pregunta para enterarse, sino para confirmar sus propias ideas, no sugiere por brindar una mejor opción, lo hace con el único propósito de manipular la situación. Y que la luz y la energía y las sonrisas nunca van a ser algo duradero, porque no tienen absolutamente ningún sustento.
Percibes la frialdad, el egoísmo y la superficialidad que envuelve cualquiera de sus ideas, que las protege como un plástico transparente, casi imperceptible, pero siempre presente. Y no entiende nada, y ahora tú entiendes que no entiende nada, qué sólo asiente por amabilidad, pero ya sabes que no lo hace por buena persona, sino simplemente para anticipar los comportamientos de los demás, porque no vale verga, porque su mente y ella entera es una casa abandonada, que se cae en pedazos y está esperando colapsar.
1 comentario:
¿Qué tiene de malo ser así? me identifique mucho con tu texto y vivo feliz. Es como si los demas criticaran tu modo de vida destructivo y asqueroso; para nosotros esta mal pero si a ti te gusta pues sin pedos Gizeh, si a ti te entona ya chingaste
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