Me gusta el sonido de tus botas rojas contra la grava del suelo, tu look de super modelo, la línea recta que divide tu peinado, me gusta que seas mi aliado. Entra luz grisácea por la ventanas del alma, luz nublada, llovizna y fresco, atendemos al tiempo como podemos, y después deliberamos entre las percepciones humanas de quienes somos o debemos ser, y la conclusión siempre es la misma: Hay que darle.
Hay en ti alusiones fantásticas que no puedo explicar, si a alguien le digo que es destino entretejido con casualidad encontrarnos en el mismo lugar, hacer click con la mente y encajar, no me entenderían, no comprenderían, hasta que lo vivan. Me gusta que me platiques tu vida, porque lo que en tu mundo mágico es sólo una repetición, yo en mi agujero veo sol. Me gustas porque brillas y si amanezco opaca me inyectas de tu glitch en las venas y comienzo a resplandecer, yo también. ¿Cómo te explico que si te quisieras escapar yo me iría contigo?
Somos errores del sistema, simple y sencillamente porque no lo acatamos como debe ser, como dicen que debe ser, de la manera correcta, de frente y sin culo, así no es, averiguamos en cada punto cuán peligrosa es la decisión a tomar, construimos treinta teorías acerca de un sólo hecho y podríamos escribir diez libros de causa y efecto porque es la manera en que funciona nuestra mente. Ya no es fácil encontrar gente así, ya no existe gente así, pero yo te tengo a ti.
Me gusta conectar, que sepas que pedo antes de hablar, que tu sentido común esté tan desarrollado, que tu sentido telepático me saque de aprietos cuando quiero decir algo que me cuesta explicar. Soy tu libro.
Entonces, te propongo algo: Vamos a morirnos, tantito todos los días, vamos a fumar, drogarnos, tomar y platicar, vamos a formular hipótesis que nos saquen de la realidad, ven a darme magia y yo te daré a ti, lo que sea que quieras tomar, lo que sea que tengo para ofrecer, pero por muchos años, por muchas vidas. ¿Cómo ves?
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