Tengo estos espectros que aluden a la inocencia, a la niñez, al pan remojado en café. Seré a tu vida como la taza de té de las cinco, seré un soplo tranquilo de viento, y lo sé, tan sólo por que no me queda fuerza para ser vendaval, para arrasarte las ideas y que me necesites como el aire que respiras.
No puedo (ni quiero) soplar con fuerza en la tierra adherida de tu alma, y vaciarte los demonios en mi vientre, y curarlos, despiojarlos y quitarte pesos de conciencia cuando no puedo ni con la mía. Quisiera decirte que me duele igual que a ti, pero sería una mentira, recuerda tu peor sentimiento, multiplicalo por mil y no estarías ni cerca de comprender lo que este mundo me afecta. No nací capacitada para lidiar con el sol, coexistir con los humanos, me siento un perro apaleado. Y a pesar de que llevo estos sentimientos tatuados en el pecho como una virtud, preferiría no tenerlos.
¿Cómo me sosiego el alma? Si esta no tiene descanso, si piensa más que todas las primarias del estado, presentando un examen final. Y además, parece que esto me ayuda a no pudrirme por dentro. A veces grito para sentir que no me estoy muriendo.
¿Algún día entenderás que los monstruos que viven dentro, los alimento para no quedarme sola? Soy tan complicada, que no merece la pena la labor de descifrarme. Es un problema, soy un libro abierto, si bien es cierto, pero escrito en códices secretos. Me presento como el Best-Seller más barato que conozcas, y al abrirme te darás cuenta de que fuiste estafado pues en mis líneas no hay apoyo emocional o alusiones al universo y tips para que logres tus metas, aquí nomás hay tristezas y despojos de tiempos mejores que en su momento eran peores, pero comparados con el hoy, la añoranza es tremenda.
Y todo esto, toda la divagación y la mierda antes dicha, parte, del deseo de que me tomes en tus brazos, me digas que estará bien, me des un beso largo y en el camión me pases tu brazo por los hombros y yo me acurruque en el hueco de tu axila y aspire el olor y sonría y me vuelva loca por ti y que tu sientas satisfacción de que yo esté loca por ti y que me vuelvas a besar, y yo suspire más y sea eterno, inmutable y perfecto.
Y entonces, que me vuelvas a besar, la boca, la oreja, la coronilla y entienda que si te vas voy a llorar, que si te vas seguiré alimentando monstruos, seguiré lanzándoles alpiste y ellos cual palomas de colegio civil pelearan con pico y garras por el bocado y que el bocado es mi corazón.
Ven, quédate un tiempo, me gusta como hueles, como a libro viejo, a estante de biblioteca, a cerveza y a marihuana. Ven quédate, o dame un beso y vete, no, no, mejor quédate. Quédate, por favor, ven.
¿Sabes qué? Si no me quieres besar está bien, pero quédate.
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