jueves, 24 de diciembre de 2015
Como cuando...
Como cuando nos fascinábamos, como cuando el fin de semana estaba destinado a ponernos borrachos, como cuando las conversaciones eran épicas y no solo verborrea, como cuando encontramos mil teorías en la desolación del ácido, como cuando el sol estaba quemándonos el alma y después la lluvia nos ahogaba y el viento nos volaba el abrigo y las nubes nos reflejaban y los cerros se anteponían y la cerveza estaba fría. Como cuando el camino era claro y no diversificaciones sin sentido. Como cuando cualquier sillón donde pasar la noche era perfecto y las lagrimas desafiaban a la gravedad: jamás caían al piso. Y entonces se nos elevaba un pedacito de alma al cielo, dejábamos nuestra esencia en cada lugar pasajero. Éramos forajidos en nuestro propio entorno porque todo era nuevo y brillaba y una música cautivante nos mantenía conectados. Como cuando dijiste "estás sedienta de joder" y yo te dije que me valía verga tu opinión, pero no era cierto, no tenía ni un gramo de verdad mi afirmación. No es que no me interesó lo que pensabas de mí, es que no me puedes definir lo que sé por descontado. Nadie me odia más que yo. Nadie me analiza más que yo. Porque analizo todo. Porque así vivo. Porque la soledad es difícil de llevar, porque ya no es como cuando nos pertenecía la ciudad, y me siento débil, y me siento cobarde de salir al mundo real, como si no tuviera armas, como si no tuviera ni siquiera un machete para enfrentarme a la horda enfurecida que es esta sociedad. Como cuando estaba segura de lo que quería, como cuando como cuando como cuando es mi hubiera.
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