Es irrelevante pensarlo y no actuarlo. He querido más de una vez en traicionar mi estabilidad para vivir pendiendo de una cuerda, jugar a la ruleta rusa, enamorarme de una baldosa particularmente sucia y llena de chicles pisoteados, casarme con ella, coger con ella, tener hijos mitad yo, mitad cemento. Pero no lo hago, por esta cobardía que me aqueja desde tiempos inmemoriales. Y mi garganta esta seca de gritar, mi mente cansada. Mis manos se doblegan fácilmente. Es que no tengo fuerza. Soy como ésa vieja taza que hay en tu casa, tantas veces quebrada y vuelta a pegar que el líquido se me escurre ya sin remedio. Sí, créeme intento detenerlo, no puedo.
Ya no voy a juzgar, te lo juré y me lo juré a mí misma. Y no te miento, éste dedo del juicio me tiembla cada que veo cosas que hacen que me hierva la sangre, que se exalté mi sien. Pero respiro profundamente. Si quieres la verdad: No funciona. Pero entonces me doy media vuelta, y la maravilla del olvido hace que rápidamente se me pase el disgusto, pero luego regresas a mi mente, y te instalas cómodamente, a tus anchas. Te tomas un café negro, hirviendo, lo derramas en mi interior. Y sé que soy feliz, al tenerte ahí, recostado, vertiéndome el sufrimiento que no quieres cargar. Y sonrío, aunque no debería hacerlo. Por que contigo ahí siento estabilidad, cuidándote y te digo que no, que no me mates que este es tu hogar, y dices que no, que no importa por que hay mucho, y qué que tantito es este poquito de muerte. Y pienso qué sí, que es verdad, este pedacito de adiós no me va a matar. O eso espero.
No hay aprendizaje sin dolor, o al menos éso dicen los más sádicos. Putos hitlerianos. Creen que uno viene al mundo a sufrir, a nacer, llorar, crecer, ser adolescente, pelear, llorar, sufrir, crecer más, votar, emborracharse, coger, sufrir, llorar, coger más, ser mediocre, tener hijos, pudrirte en tus orines y sufrir más y luego morir. Y bueno, pues sí, es verdad. Me estorba la piel, para amarte, me estorba tu mente, la mía también. Quiero sentarme a llorar, y qué cada lágrima sea un recuerdo menos, y que al finalizar el llanto (es decir, al sonarme la nariz) quedes exiliado de mi cuerpo.
Espero morir con altos honores, para sentir, un poquito. Sentir.
Sólo quiero sentir. Un poquito.
No quiero tener para no perder.
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