De ahí parte mi falta de sueño. Del centro de tu cuerpo, la explosión de tus gemidos. Lloras y esa me parece tu mayor virtud. Yo no me imagino sin tocarte y que se ericen mis vellos. Es que no puedo ignorar a mi verdugo. pero sobre todo, es que no quiero dejar pasar de largo el aire con el que existo: El qué tu respiras.
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