Dogbane Beetle

miércoles, 16 de septiembre de 2015

Nos mantenemos en esa pero nos amamos, dice J Balvin


Se miraron a los ojos, luego de unos minutos ambos lagrimeaban y sentían fuertes ardores, pero sabían o al menos intuían que no debían perder contacto visual. Se vieron cada vena, memorizaron los cráteres de sus iris, se reflejaron en el tono amarillento de la esclerótica del otro, entre el esmog, los cigarros y las gotas para ojos irritados después de fumar mota. Habían varias cosas sucediendo a su alrededor simultáneamente: un cardenal cantaba cerca; dos árboles se mecían con la brisa y se acariciaban; un niño con un descuidado maquillaje de payaso hacía malabares en el semáforo; se velaba a un expresidente en la funeraria de la vuelta; tres universitarios le entraban a la mona de guayaba; cinco órdenes de quesadillas fueron servidas tergiversando el pedido de los clientes; una señora amamataba a su bebé; medio oriente entraba en guerra; un alcalde moría desangrado luego de que le tendieron un cuatro en la carretera de Laredo a Monterrey; cuarenta niñas de primaria eran secuestradas por el Estado Islámico; el dólar alcanzaba su máximo histórico después de cinco máximos históricos. Cuando por fin bajaron la mirada, se inspeccionaron las manos, las venas que palpitaban, la sangre que reconocía la cercanía del cuerpo, el corazón que bombeaba esperando encontrar un igual, relegar la soledad y hallar el beneficio mutuo de la fascinación. Se miraron los pies, la ropa interior, se miraron de hito en hito hasta poder distinguirse inclusive en la oscuridad o la ceguera o la distancia de dos cuadras o un océano o en diferentes continentes o universos. Se miraron tanto y con tanto empeño en reconocerse que cuando terminaron sabían tanto del otro que ya no sintieron nada.

No hay comentarios: