Dogbane Beetle

domingo, 5 de julio de 2015

El mundo te dio una persona y tú le devolviste un monstruo



Eres el pañuelo con el que el mundo se suena los mocos, un lienzo reciclado tantas veces que exuda tinta y trazos irregulares grabados en todo lo que fue forjando tu personalidad acentuada por las exigencias sociales y tu añoro enfermizo hacia las cosas que no puedes tener. Encontraste en la aceptación de terceros la forma para ir validando cada faceta de tu identidad, y no sólo te gustó, sino que no conoces otra manera de vivir. Te satisface aparentar la calma de una laguna, pero después llegas a tu casa llorando por no tener la ropa de moda, o el talento y pasión que destilan los demás, al menos esa camiseta la puedes comprar. El abandono al que te sometieron crearon en tu corazón un pozo sin fondo que ahora intentas llenar con likes, alardeas que el amor no existe, porque nadie te ha querido con la verdad y pureza que salva a un suicida. Pero esa es tu visión del mundo, sesgada y contrapunteada por lo que no tienes el valor o la capacidad de alcanzar. Sabes en el fondo, que no existe al momento quien te espere para verte a los ojos, quien desee sentir lo que eres en verdad y tienes suerte, quizá es mejor así que darse de bruces contra la pared de banalidad que creaste alrededor de ti. Eres víctima de las circunstancias, un delfín que no puede salir del acuario, te alienaron dándote todo menos lo esencial, ahora intentas abarcar tantas cosas que te convertiste en una liga que no aprieta, en un análisis basado en dos párrafos de wikipedia, en un abismo voraz. Lo que más te asusta es seguir buscando cosas donde no las hay, no encontrar lo que quieres porque no sabes qué es lo que necesitas, y seguirás derrumbando edificios como un tornado: irregular y destructivo, estúpido y sinsentido. Vas a caerte más veces de las que te vas a levantar, y a tu colchón de soporte se le salen los resortes. No crees en lo que nunca te han dado, pero igual quieres lo que no conoces porque lo necesitas, necesitas cualquier cosa que no esté al alcance de tu mano, como si eso calmara la agonía de tu soledad y tal vez lo haga, pero es como cuando uno se pone borracho para olvidar: la mañana siguiente es peor que la noche anterior. Cada acto deja ver con tanta claridad las heridas de tu pasado que ya no eres sino un error del destino porque no tienes el mínimo control sobre tus decisiones, basas tus acciones con la naturaleza de un animal, te encuentras en la etapa más primitiva de nuestra existencia, no hay raciocinio prudente, ni distinción entre un reptil y tu humanidad. Tantos años de evolución para verte extinguirte de una manera tan predecible que no volteo a ver cómo se apaga la vela por pura flojera.

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