Dogbane Beetle

miércoles, 2 de abril de 2014

¡Ya no tengan hijos, por favor!

Ya no tengan hijos, por favor, basta ya de intentar encontrar el sentido de la vida a través de otra persona, que pare ya la viejísima idea de la procreación. Tanta evolución, tanta tecnología, todos cómodos viajando en el camión con sus smarthphones y me cuesta creer que siga perdurando la bestial idea de la reproducción, como si fuéramos animales (que sí lo somos) guiados única y exclusivamente por el instinto.

¿Cuál es el fin exacto de traer una persona al mundo? En mi concepción sólo hay dos razones: la número uno es que se te rompió el condón, que estaban tan apasionados que no se vino afuera o pudiste sufrir una violación, si bien es una estupidez, nadie está exento del error humano. La número dos es la peor, traer a alguien al mundo para sanarte, completar tu familia, tener una copia tuya pero tierna y con hoyuelos en las mejillas, poder subir la foto a feisbuc y que todas tus amistades te digan que felicidades, que al fin estás en el camino correcto de la vida y que además tu bebé es hermoso, aunque la mayoría de las veces estén cubiertos de pelo y con la cara roja y arrugada.

Parir por egocentrismo es la decisión más enferma y carente de sentido que alguien puede tomar. Muchas personas me han dicho que yo no lo entiendo, que no hay sentimiento más hermoso que tener a tu hijo en brazos, el milagro de la vida, le dicen. Si eso es verdad, si pudieran sentarse a contemplar externamente sus palabras sin ser invadidos por las ideas preconcebidas de "un matrimonio feliz", analizando el hecho de que sea factible amar a una persona así, qué ilógico sería traerla a sufrir.

Amo tanto a mis hijos, por eso no los tengo.

Quizá la vida me premiara con un joven fuerte y sano, que tenga promedio de 8 en la escuela, que sea cumplido y formal, que guste de beber cerveza, escuchar música banda y todas las noches después de llegar de su trabajo se aficione a ver los programas de Chavana. Tal vez el universo me concediera el milagro de la vida, dándome a esa persona que nunca esté triste, que viva y respire por el simple y llano hecho de existir. Que no cuestione nada, porque cuestionar genera incomodidad. Puedo yo parir a este tipo de persona y me alegraría.

Lo que sería un desastre total es ser madre de alguien a quien me esfuerce en criar, darle educación, darle pan, cariños y fomentarle un autoestima y eso que todas las madres quieren/intentan dar. Pero después, a los 15 o 16, ése hijo mío podría reflexionar, despertando un día tan abatido, tan deprimido al darse cuenta de su mortalidad, de la insignificancia, que todo lo que dicen los autores clásicos es verdad, que abra un periódico y se dé cuenta cómo nos caemos en pedazos, cómo nos estamos acabando. Y a partir de ese momento ya no pueda sonreír y la carga de un mundo enfermo lo mantenga con vómitos y diarreas y su excelente y grandiosa conciencia sea más un pesar que felicidad. Y eso me destrozaría.

Si amas algo no lo vayas a parir.

He escuchado que no hay dolor más grande que perder a un hijo, pero si no lo tienes no lo pierdes, es cuestión de lógica y sentido común. No quiero un hijo que venga a padecer el calentamiento global, no quiero un hijo que venga a llorar, no quiero un hijo que sea tocado por su tío o por el sacerdote que le imparte la primera comunión, no quiero un hijo que me sea arrebatado de los brazos para el tráfico de órganos o mutilado en pedazos para el deleite de millonarios enfermos.

No quiero un hijo que amanezca un día odiándome por no preguntarle si quería ser concebido y dar por hecho que lo correcto era tenerlo, no quiero un hijo para generarle traumas, no quiero un hijo que se abata por la vida, porque en este siglo todos estamos abatidos, no quiero un hijo que me lo mate el narcotráfico, no quiero un hijo que vea diariamente en la televisión las guerras mundiales, la escasez del agua, el derretimiento de los glaciares, las especies en peligro de extinción, el odio, el dolor.

Si tanta es la necesidad de complementar tu vida y encontrarle sentido en un tercero, adopta un hijo o un perro, pero por el amor de dios, ya no tengas más. Muy a pesar de lo que dice la sociedad, las mujeres no somos un horno de bebés, parir no es tu obligación, parir es sólo una opción.

Me dan una ternura cruel mis contemporáneas (y eso que tengo 21) que te miran con lástima, como si no tener hijos me hiciera menos mujer y me suprimiera la vagina y se me arrugaran las chiches por no tener a quién amamantar. No digo que un día yo no pueda ser víctima de las cosas en las que no creo, no digo que un día una persona no me volverá loca y anhelaré tener para siempre algo de él y entonces concebiré una criatura.

Puede pasar, pero viviré por siempre con el remordimiento y la culpa y la clara noción de mi egoísmo y mi estupidez. No es que no le tenga respeto a la vida humana, al contrario, la respeto tanto y tan profundamente, que no quiero cagarle la existencia a alguien. A todos les encanta llenar de fotos los álbumes familiares, pero cuántas veces piensan que tener un hijo es una responsabilidad que se acaba hasta que se mueran y usualmente los padres mueren antes.

Ya no tengan hijos ¿para qué?