Dogbane Beetle

jueves, 17 de octubre de 2013

Gizeh, feliz.

Aceptarse como uno es, con sus marcas de la vida, cicatrices, dientes separados, alergias, narices chiquitas o ojos chuecos no es en lo absoluto un acto de conformismo. Es un tratado de paz. Hay muchas personas o estándares que te van a decir que estás mal, que tu cara no cuadra, que tus nalgas se salen de órbita y que tu peso no se ajusta a los ideales de belleza, pero ¿ideales de qué? A mí me gustan sus dolores, me gustan sus ojeras, sus estrías, sus huesos saltones. Me gusta que se gusten, que comprendan que a la hora de la belleza nada está dicho, nada está escrito. Pienso eso cada que me peleo con el espejo, hay días que amanezco sin quererme ver, pero ¿qué? a la verga, ¿vivir? como quiera tengo que despertarme todos los días a vivir. Entonces, abarcas la vida, miras los cerros, sientes el clima y te das cuenta que hay cosas muchísimo más importantes que maquillarse, que estar a la moda, que traer tacones del 12 o tener una vergota. Comprendes que sólo somos personas.
No propongo que se quieran a sí mismos, pueden odiarse, el odio también es amor, el amodio. Pero si dentro de su odio, de la nostalgia y la melancolía que envuelve su vida comprenden que sólo son saquitos de carne y hueso que vienen a ver qué pedo y disfrutar el proceso, hasta se les va a olvidar que no tienen cintura, que subieron dos tallas, que la pendeja esta les dejó en visto su mensaje por whatsapp. ¿Ya vieron las nubes? ¿Ya guachaste cómo floreció tu gardenia? No les vas a gustar a todos ¿Pero para qué quisieras gustarle a todos? Qué pinche güeba. Me da más alegría gustarle a las poquitas personas que rodean mi vida, pero gustarles bien, hasta el tuétano. Todo lo que hago me gusta que sea de un extremo al otro. Igual mañana voy a querer cortarme las venas porque no me siento suficiente, quien sabe, pero hoy me siento bien. También siento que la gente que me rodea es la que debe estar y que es hermosa, y que espero con ansias locas que vean en ellos la magia y el amor con el que yo los veo. Hoy soy puro amor. Del chido, del cursi, del que te invitaría unas caguamas si trajera dinero en la bolsa nomás por el hecho de que existes, y nos vemos a los ojos y nos olemos. No mamen. A lo mejor ya me voy a morir.

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