Dogbane Beetle

domingo, 10 de marzo de 2013

Para pura verga

Siento quebradas mis alas, como la tierra cuando se hace piedra a base de lodo seco: si las tocas, las desbaratas. Me enfermo, porque ya no conozco otras maneras de enfrentar la realidad, por eso me reservo, bajo la mirada, y después en un lugar seguro, me desplomo, porque es de mala educación mostrarle a los demás tu debilidad mental. Siempre me lo dijo mi mamá.

Es como viajar en dos universos, son paralelos, luego hacen espiral y se trenzan y no se sueltan y vencen toda lógica, pero así es, no es algo que yo invento, porque si estuvieras aquí, en este lugar, en este cerebro, compartiendo conmigo este momento, entenderías. Y no solo jamás volverías a cuestionar mi afirmación, si no que con lágrimas en los ojos la avalarías, y nos abrazaríamos por horas y luego sonriendo iríamos a perder conciencia del decreto de paz. Pero no estás.

Te gusta irte lejos, te gusta deshacer parámetros, porque para eso estás hecho, porque así naciste. Te gusta perderte y yo que todavía estoy intentando encontrarme. Eres un carro a 250 kilómetros por hora y yo a penas estoy aprendiendo a manejar. Eres la enfermedad para la que todavía no hay cura. Y así nos vamos, discurriendo, con pasos lentos, intentando que sean seguros, que pisen firme, que no resbalen con la roca.

No quiero estar estática, ni aferrarme a mis principios. ¡Principios! los principios son las putas del alma, se esconden, dicen que no, son secretos a voces, pero te enteras, te das cuenta de su naturaleza pérfida. Siempre me han dolido más los principios que lo que llaman "faltas a la moral". Por eso mejor no los tengo, por eso mejor los contradigo. Y me juzgan por intentar no desdecirme. Ya no tengo nada seguro, ya no tengo hechos comprobados, porque no sirven para una pinche verga.


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