Dogbane Beetle

sábado, 26 de mayo de 2012

Mis fracasos


He fracasado, rotundamente. Si quieres que enumere mis males, lo haré alegremente.
Empezaré con la nimiedad que me aqueja desde los catorce años de edad: No sé usar tacones. Así es, a mis veinte años jamás he logrado ése efecto delgado y estilizado en mis piernas. Y en ninguna parte de mi cuerpo si vamos al caso. Parezco un neanderthal, una avestruz espinada. Una mujer fracasada.
Tengo ojos juntos, pareciera al verme de lejos que me sobra cara, si le añadimos el lunar en el rabillo de mis globos oculares... ¡TENEMOS UNA GANADORA AL FENÓMENO DEL AÑO! Y ya qué.
Mis manos, son tan pequeñas, que hay una desproporción total con el tamaño del cuerpo, soy como un T-Rex viviendo en la soledad de sus manos chiquititas y acomplejadas.
Nací con tobillos débiles, es como un Karma maldito, que me alcanza en el lugar menos pensado hasta que ¡PUM! se dobla el tobillo y caigo al suelo, con el pie maltrecho y el orgullo herido. Después cojeando he de regresar a mi hogar. Lagrimeando y sin un hombro en el cual apoyar.
Hay un instinto sexual que no logró controlar, antes de desear los buenos días ya te imaginé desnudo y en 30,000 poses diferentes que aluden al Kamasutra, alguna hamaca, el motel, alcohol y sexo oral.
Las uñas de mis pies se entierran con una frecuencia enternecedora, y cada vez que pasa es como si gritaran ¡Písame idiota, estoy disponible! Y duele, y desearía morir, y los antecedentes suicidas de mi personalidad rondan en mi mente, y me fajo los pantalones y digo que no, una uña enterrada con precederá a mi muerte.

¡Qué injusticia!
Qué yo solita tenga que sufrir éstos descensos de la dignidad humana.

Y con ésa lista podría continuar por eternidades.
Mi cadera que chueca. Mi cabello que no crece. Mi manía de morderme las uñas. Mi vicio enfermizo de encender un cigarro tras otro. Mis calzones con estampados de niña de 5 años. Mis vestidos holgados. Los puntitos rojos que me salen al depilarme con rastrillo. Mi nariz chata. Mis miedos. Mis errores. Mi manera cruel y poco ortodoxa de pensar. La caries solitaria de mi muela.
Y todo eso que jamás podré solucionar.

Pero pensándolo mejor, no quiero solucionarlo. Quiero vivir padeciendo mis fracasos, para tener excusa a mis amarguras, mis ínfulas y todo aquello que me describe como persona y hace de mí un ser desagradable.

Aunque, después de esto, mi mayor fracaso es haber nacido en la tierra.

1 comentario:

Guillermo Lamphar dijo...

No sabes cuantos fracasos compartimos pero oye, tú tienes de fuerza lo que a mi me falta es decir, escribes más que yo, que es algo.

Por cierto, sigo diciendo, ¡cómo escribes! ¡Como los grandes, oyga!