domingo, 21 de abril de 2013
Snape
Prefiero ser confiada, que pasarme toda la pinche vida temiéndole hasta a mi sombra, comiendo mis propias salchichas y bebiendo solamente de mi cantimplora como Ojoloco Moody. Nadie entiende que prefiero sufrir y terminar dañada y queriéndome morir antes que negar una segunda oportunidad, porque tengo veinte años y sigo creyendo que después de la decepción la reivindicación se siente mil veces mejor. Definitivamente yo sería Dumbeldore en esta ecuación. Pero tu se Snape. Déjame apostarte todo, gritarle al mundo que me vale verga si no les caes bien, si eres mamón, si te pasas de culero, que creo en ti, que no me equivoco, que te quiero.
Permite ponerte mi mente en tus manos, para que tu pongas la tuya en las mías y la conexión sea perfecta, cósmica. Mágica. Sé que probablemente me lea muy pendeja haciendo alusiones de Harry Potter con las teorías diarias de mi vida y lo que he decidido que me funciona o no. Pero así es, comparo con lo que conozco, y me conozco, o lo intento un chingo.
Por favor.
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